sábado, 5 de abril de 2014

Múltiples opciones partidistas hasta llegar (YA) a la democracia directa y participativa (la real).

En estos tres años pos15m, he visto hacer política a las gentes con las que he compartido, como nunca me hubiese imaginado, algo extraordinario, desde casi el absoluto anonimato, salvo excepciones, ¡gracias a todas!

Hacer "política de partido" es algo diferente, no será mi caso, pero mi respeto para los/as compañeras que como objetivo están dispuestas a crear el puente que permita que la política de plaza, colectivos y personas se vea representada directamente en leyes y/o parlamento, en un medio/largo plazo, socavando así la estructura que hoy mantiene a la oligarquía y estructura partidista, rendida a intereses propios y a poderes fácticos que sabemos ejercen como lobby que dirige nuestras democracias.

Hemos creado redes interpersonales, que apoyadas por lo virtual, están sierviendo de soporte y cimiento de nuevas propuestas y acciones en lo cultural, laboral, socio-político y mediático… lo cualitativo de esas redes pesa quizás más, que lo cuantitativo para mí. Porque en tres años, no nos podemos conocer todxs, pero tres años permiten conocer en nuestros grupos de afinidad a quienes mejor conocen según el qué y a quién, y gracias a ello podemos evaluar como se ha actuado en lo intrapersonal y quienes han demostrado: transparencia, horizontalidad, honestidad, capacidad, compromiso, respeto, apertura, diálogo y un sinfín de valores que marcan, lo que jamás podremos saber de otros entornos partidistas hasta hoy cerrados, y que no gozaron de la proverbial transparencia del 15m, donde cada palabra y acción donde hemos participado ha quedado expuesta, para bien y para no tan bien.

Todos podemos cometer errores, somos humanos, pero tendré muy claro la actuación de cada persona y su discurso, cuando o bien se manipulo o se permitió manipular, para imponer criterios faltando a procesos de consenso básicos. Si eso ocurrió sin la presión y la dinámica institucional, no quiero imaginarme como se actuaría bajo verdadera presión y en la realpolitik. 
Y por eso mismo, no hay borrón y cuenta nueva, las redes creadas recompensarán el buen hacer, con más confianza, pero también al contrario.

Que alguien tenga un ego subido en los nuevos partidos, debiera ser sin la menor duda una tarjeta roja y rechazo de las redes; el liderato natural de algunas personas, algo bienvenido e inevitable, debiera ser inversamente proporcional a su poder en los procesos.

No veo el problema con múltiples partidos, no es necesario converger en mínimos y con prisas, cuando lo que nos interesa son los máximos (cambio de la estructura de poder) y que se construyan logros para el largo plazo.

El modelo democrático que imagino/amos, es la toma de Poder a través de una mayoría de empoderados, no de la clásica minoría que ya esta empoderada y desea tocar el poder, dejando al pelotón (incluidos los que visten la misma camiseta) rezagado por interés de partido, interés general o por interés propio.

El buscar una forzada convergencia para la toma de Poder, puede denotar varias cosas.
Una, que a cambio de esa convergencia los notables que la gestionan, están buscando su promoción personal, y en realidad pactarán sin importarles tanto el cómo, con tal de posicionarse en las estructuras institucionales y gozar pronto de ello.
Dos, los que piensan que el empoderamiento no es tan importante como tomar el Poder, con el objetivo de una vez en él, buscar adoctrinar el máximo posible, al mayor número de personas adoctrinables (obviamente no es lo mismo que empoderarlas, ni puede serlo si el proceso está condicionado desde el poder ya establecido).

Empoderar a una mayoría y concienciarla, es mucho más difícil que llegar al Poder. La toma de Poder, con la adecuada convergencia en frentes y populismo, es plausible, pero a la larga me temo que sería, como sembrar trigo sobre piedras y desde luego, podría llevar a otro escenario de falsa democracia, que tendría más de cambio de régimen, que de cambio de modelo o de sistema.

El rodaje en política de partido es necesario (en el actual modelo), pero creo que mejor cada cual en su carro, no todas las personas aguantarán la experiencia y otras en el camino se formarán y serán potencialmente quienes nos ofrezcan alternativas institucionales en los próximos años, a considerar por una mayoría de votantes, para entrar en el proceso constituyente.
El objetivo para el 2014, 2015, 2019..., en mi opinión, no sería conseguir diputados, sino que debería seguir siendo crear ejemplos y espacios, donde se ejercite y se exprese la conciencia democrática participativa entre la sociedad, porque sabemos que la mayor parte de la ciudadanía todavía está en Babia por deseo propio. 

De otro modo, una vez que se tenga la estructura de democracia directa, serviría de muy poco el derecho, con una sociedad descreída, indolente, apática. Tampoco ganaríamos con un electorado manipulable por el Poder a través de la mass-media, donde surta efecto una campaña de voto de por ejemplo unos millones de euros.
Peor aún, insolidaria y no dispuesta a participar en los procesos ni en la toma de decisiones con educación en los derechos básicos, humanos y de distribución social, que permitirían mejorar la sociedad y no empeorarla. 

Espacios de debate, análisis, crítica, denuncia y soluciones de lo existente y lo nuevo que se forje en la política, será la garantía de salud democrática futura.

La labor más dura, sigue siendo crear redes, y trabajar en objetivos quincemayistas, sin olvidar hackear el "sistema partidista" con nuevas e innovadoras propuestas.

La cultura democrática de participación no se adquiere espontáneamente; la política no es un voto en un concurso televisivo.
Como también es verdad que asumir responsabilidades significa crecer en responsabilidad, la llegada del voto constante en decisiones trascendentes de la política, provocará (como significó con el voto de la mujer en su momento) un crecimiento en responsabilidad democrática entre todos los votantes con derechos, yo no tengo dudas sobre eso, para nadar hay que tirarse al agua, es más, yo bajaría la edad de voto a los 16 años e incluso menos 15,14 en según que votaciones, la cultura democrática empieza ya desde la infancia, no se improvisa.

Los procesos quincemayistas, significaron para las personas que han querido participar, un ejercicio diario de nado, a braza, a crol, a espalda, y de resistencia, sabemos que no es fácil, porque tan verdad como lo primero es que la manipulación no es un futurible, está presente en las pocas oportunidades de voto que tenemos, ya sean de carácter político o no.

Un símil para que se entienda, en algo más común y donde hemos avanzado exponencialmente, aunque aún queda un largo camino, sería la alfabetización de la población y su respuesta a la lectura.
Garantizar el derecho a la alfabetización en lo básico, aprender a leer y escribir, algo todavía no alcanzado ni de lejos en muchos países del Mundo, me servirá como ejemplo, para abstraer paralelismos entre ese derecho educacional fundamental con el derecho al voto, también fundamental.

Sabemos por experiencia que aún cuando se alcanza esa capacidad, tanto en la alfabetización como el derecho al voto, la cultura de la lectura y la escritura no se garantiza, hay que conquistarla y fomentarla, igualmente ocurre en un tema mucho más complejo como es la responsabilidad política como votantes, contra ni más en democracia directa.

Si analizamos en países como el nuestro, donde el analfabetismo es una porcentual baja, pero aún presente (más de 840.000 analfabetxs, un 70% mujeres) podremos comprobar que el porcentaje de lectura de ese 98% alfabetizado, solo llega a 5,5 horas semanales, la media mundial es 6,5.
Adquirir el hábito requiere fomento y generaciones, así la curva de lectores y su hábito lector es mayor según la juventud de la persona, doblando en la lectura de libros hasta más del doble los menores de 24 a los mayores de 65 años, como también crece la lectura según la educación académica recibida, donde el hábito es instaurado con más éxito.
Todavía existe un 8% que declara no leer absolutamente nada, a pesar de tener la capacidad de hacerlo, y un 37% que no lee libros y apenas un 50% de la población que lee libros frecuentemente.
Si los datos cuantitativos ofrecen esos ratios, los cualitativos nos llevarían a preguntarnos (obviando si son libros, revistas, periódicos, cómics o internet) ¿qué porcentaje de esas lecturas son de calidad, cuánta formativa y cuánta de entretenimiento, cuánta trascendente y cuánta inútil...? como ejemplo, en la lecturas de libros los motivos declarados fueron: 84% por entretenimiento, 11% mejora del nivel cultural, 7% por estudios, 3,7% por consulta, 2,1% por trabajo y otros casi el 3%.

Si pudiésemos (con las diferencias obvias) extraer algún análisis del símil de lectura, uno posible sería no idealizar el potencial que la "democracia directa" ofrecería en un futuro próximo, porque la adquisición de cultura democrática debería fomentarse y no sería inmediata, (no todo el mundo estaría dispuesto a votar regularmente aunque pudiese hacerlo), sino generacional una vez conseguido el derecho de participación.
Esa misma no participación o abstención, permitirá a lobbies el coordinar campañas de voto con posibilidad de éxito gracias a seguidores adoctrinados. También ocurre hoy, cuando los partidos se aprovechan de sus electores cautivos, para ganar escaños si aumenta la abstención general o particular de un grupo de votantes.

Otra conclusión podría ser, que tener acceso al conocimiento gracias a la lectura, no es sinónimo que se lea para adquirir conocimientos, lo que traducido a la democracia directa, podría significar que el uso del potencial responsable que implica tener decisión democrática, puede no corresponderse con la responsabilidad del voto emitido. Algo que observamos ya en la democracia representativa, cuando en casos conocidos, se vuelve a votar mayoritariamente a partidos con sospecha fundada de corrupción o mala praxis en sus responsabilidades anteriores; la alternancia PP-PSOE es otro ejemplo.

Hay personas que creemos en la democracia directa sin representación, pero además pensamos que la calidad democrática se forja en la participación social y en las instituciones, en su seguimiento y en su mejora, algo que todas las personas pueden ejercer, porque hay muchas más vías abiertas que el voto, y aunque no se consiguiese la democracia directa en unos años, conseguiremos ir ganando calidad democracia si la mayoría social se implica en lo existente y en lo que aún no exista (o no podamos decidir), crear alternativas democráticas sociales que permitan empoderarse y sembrar con el ejemplo.

El exigir la participación directa de las personas en el voto como principal objetivo, pienso que está mal enfocado, suponiendo que alguien lo haga de ese modo. Exigir la participación de las personas en todos los procesos (de decisión, de poder, de control, de análisis, de elección...) creo que sería el enfoque a considerar como prioritario en los partidos que pretenden el "cambio del juego" y no sólo de las reglas del juego.
Jssdvg

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